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La efectividad no es la meta, sino la eficiencia



Hace poco, viendo un video en donde el profesor Roy Harris hace una devolución a sus alumnos, escuché lo siguiente “La efectividad no es la meta, sino la eficiencia”.
Fuera de contexto parece una frase de marketing, o una verdad revelada de las artes marciales como “la fuerza proviene de tu interior”. Sin embargo es un concepto fundamental del arte suave.

Particularmente, lo que el mestre intentaba explicarle a su alumno es que abusaba de su fuerza, principalmente la de sus brazos. Esto llevaba al alumno a permitir retenciones basadas en la toma del brazo, a ser finalizado con armlocks o a la fatiga muscular.

Esta es una situación muy común, muchos tenemos la tendencia a suplir la falta de técnica con fuerza, o al menos lo intentamos. Más aún, creo que todos tenemos alguna fortaleza relativa particular: fuerza, potencia, elasticidad, etc.; y por momentos luchamos como si todo se resolviera con esa  única herramienta.

Las consecuencias de estos abusos no tardan en llegar, nos quedamos sin energías a mitad de una clase, nos lesionamos o no logramos aplicar las técnicas conocidas adecuadamente. Otras veces, algún cinturón avanzado nos hace notar que ese no es el camino, cuando se pasea por encima de uno sin signos de cansancio alguno.

La práctica de esta disciplina, y me refiero a práctica al tiempo que destinamos al entrenamiento donde no hay situaciones de real peligro, implica una búsqueda mucho más compleja. No se trata de finalizar al compañero a cualquier costo, de someterlo la mayor cantidad de veces posibles, de no ser finalizado, de aplicar la fuerza bruta en pos de ganar una lucha: eso sería ser eficaz.   

Definitivamente hay que dominar al oponente, también buscar la sumisión, pero utilizando todos los recursos que tenemos como jiujitsukas de manera eficiente, controlando el gasto de energía y la utilización de la fuerza. Pudiendo así luchar una o dos horas seguidas sin alcanzar el agotamiento, disminuir la cantidad de lesiones y luchar con gente más grande y más fuerte que uno.

Autor
Martin Rouaux