sábado


LUCHAR, HUIR, ESCONDERSE 

Un alumno comentó de un altercado con un chico malo en un andén de trenes, pese a  que el desenlace del hecho fue correcto, le preocupó que durante el  suceso él sintió un estado completamente alterado, desde lo  físico, lo psicológico, integral . A partir de eso, me preguntó,  que le pasó en ese momento, que es lo que lo inundo...pánico, miedo?, fue un estado desconocido y a la vez  alarmante...
Mi respuesta es que, cuando alguien se enfrenta a una situación en la que considera que su vida puede correr  peligro, es totalmente normal que el cuerpo se ponga en función de lucha-huida o alerta máxima, es una reacción primitiva y reflejo del mamífero que seguimos siendo, porque aunque nos miremos al espejo y creamos ver  un ser erguido completamente distanciado de un animal en 4 patas, lo seguimos siendo hasta la médula.  
En estas situaciones, nuestro instinto de conservación nos obliga a correr, pelear o escondernos y para ello, nuestro cuerpo recibe una sobre-estimulación motora que altera completamente nuestras percepciones y cuerpo.
El sistema nervioso autónomo toma el control de nuestro cuerpo y suceden  entre otras cosas, la hiperventilación, taquicardia, dilatación de pupilas, se altera la visión, la audición, incluso la piel hace un cambio.
El sistema muscular, prepara los grandes grupos musculares, los tensa,  y desestima los pequeños, es por ello es que cuando se enseña un sistema de defensa personal  se debe tener en cuenta este importante factor donde la motricidad fina DESAPARECE (salvo en personas super entrenadas) .   
La respiración,  al necesitar el cuerpo, una inyección de energía extra, recurre a los glúcido y  lípidos y para convertir estos elementos en potencia muscular requieren de combustionarlas con oxigeno, es por ello que en estado de alerta se produce una hiperventilación extrema.
El corazón: lo escucharé golpear, latirá con tanta fuerza y velocidad que parecerá que se me sale de mi pecho, esto ayudará a que mis extremidades reciban la energía que estamos produciendo y recibirán sangre extra aquellos músculos que sirvan para luchar,  también en el cerebro redistribuirá la irrigación, lo que dificultará ciertas funciones cognitivas como planificación y razonamiento e irrigará aquellas que me sean de utilidad para luchar.
La visión: se dilatan las pupilas y se agudiza el centro del campo visual, lo que produce un efecto de visión tubo.
El oído: cambia completamente nuestro sistema atencional  y la audición se vuelve selectiva y confusa.

Dependiendo la amenaza, el cuerpo y nuestro poco intelecto dominante en ese momento,  nos dirá si quedarnos paralizados, huir o luchar, que son las reacciones normales en el reino animal.
Salir de este estado y normalizarnos puede demorar minutos u horas, hablando con gente de la policía acostumbrada a enfrentamientos, me cuentan que mucha gente después de una experiencia de este tipo se descompone y tarda muchísimo en recuperarse y re-establecer sus parámetros normales.
Lo que podemos hacer desde las artes marciales, es entrenar ciertos aspectos y con el tiempo lograr dominar algunos de estos factores de alteración y lograr un mínimo de lucidez intelectual y física que nos pueda  guiar y ayudar a identificar una real amenaza de otra que no lo es tanto.
Sepamos también que el concepto amenaza es relativo, ello significa que lo que para uno puede serlo para otro no lo es, eso significa que una persona que se convierte en un artista marcial experimentado sin duda cambiará la percepción de peligro relativo.

Espero que esto ayude un poco para aclarar algunas dudas
Un gran abrazo para todos

Dario Zwaig

1 comentario:

Ranchero dijo...

Excelente!! Gracias por compartirlo!!